miércoles, 11 de agosto de 2010

Hoja de Ruta 2. Camino al Norte


Una vez en territorio mexicano, los migrantes que utilizan esta ruta tienen que ingeniarselas para llegar hasta Arriaga, punto de partida de los trenes hacia el norte. En el tramo de carretera entre Tapachula y Arriaga nos topamos con seis controles entre migra, policía y militares. Esto hace practicamente imposible que lo intenten por carretera. La mayoría opta por hacer el camino a pie, cinco o seis días de ruta.

Aquí paro un momento para plantearme una de las preguntas que no he logrado responder. Cómo es posible que en ese pequeño tramo haya seis controles para controlar el paso de migrantes y tanto en la frontera como en Arriga sean inexistentes...saber.

Arriaga es una pequeña población sin encanto, extremadamente calurosa y dividida en dos por la vía del tren. La calle está llena de migrantes esperando la llegada del próximo tren.

Pasamos por la casa del migrantes y curiosamente está casi vacía. EL encargado nos explica que los migrantes prefieren esperar alrededor de las vías porque no se sabe con precisión a qué hora llega y cuando sale y prefieren no arriesgarse a perderlo, a pesar de que allá les ofrecen cama y comida gratis. Además, la gente que llega hasta aquí con coyotes, suelen disponer de pisos francos donde esperar la llegada del tren.

Decenas de personas se acumulan alrededor de las vías compartiendo el agua y la poca comida que tienen.

Muchos son reacios a hablar con nosotros o a que les tomen fotografías. Las bandas de crimen organizado que operan más al norte, muchas veces infiltran en este punto a "halcones" que se dedican sacar información a la gente sobre quienes tienen familiares en los Estados Unidos o alguien que les mande dinero para utilizar esa información a la hora de hacer secuestros masivos.

Con el paso de las horas vamos familiarizandonos con el ambiente y conseguimos hablar con muchos de ellos. Las historias de pobreza y futuro negado se repiten. También se diferencia claramente por su actitud entre aquellos que ya han estado en los Estados, los que han hecho la ruta varias veces y quienes viajan por primera vez. La proporción de hombres es netamente superior.

Al día siguiente por la mañana el tren ya ha llegado y la actividad aumenta considerablemente. Los migrantes se mueven buscando su lugar sobre los vagones de carga para soportar las doce horas que dura el primer trayecto antes de cambiar de tren. De la nada han surgido decenas de personas que pasean junto a l tren vendiendo agua, bocadillos , fruta etc....

Intentamos acercarnos a hablar con los operarios del tren, que enganchan los vagones atestados de personas antes de partir, pero no quieren saber nada de nosotros.

Por fin llega el momento, enganchan la máquina y el tren comienza a andar. Los migrantes saludan al pasar junto a nosotros mientras la ilusión por el comienzo del viaje se dibuja en sus rostros. Algunos llevan varios días esperando este momento en Arriaga. Otros apenas acababan de llegar.

Pablo, uno de los compañeros, va sobre el tren, mientras que nosotros vamos apor el coche para seguir la ruta por carretera.

Agarramos el carro y salimos por la carretera en dirección a Oaxaca. A los pocos minutos la vía ya corre paralela a la carretera y esperamos para ver pasar el tren. Llevamos diez minutos esperando, creo que el tren ya pasó, pero al acercarme a preguntar a un campesino me asegura que no. Que extraño.

Pasan otros diez minutos eternos antes de que veamos el tren a lo lejos, y cinco más hasta que llega a nuestra altura. Es increíble lo lento que puede moverse!! Ya nos lo habían advertido, pero nunca pensé que tanto. La velocidad máxima es de 30 km por hora y de la sensación de que la gente puede bajar y subir del tren en cualquier momento.

De hecho, como más tarde nos contaría Pablo, cuando el tren atraviesa un campo de mangos la gente se baja a recoger la fruta y se vuelve a subir sin muchos problemas.

Hacemos contacto con Pablo para concretar donde debe bajarse. Sabemos que el tren está relativamente vigilado a su paso por Chiapas, pero cuando entra en Oaxaca existe más peligro, y el peligro aumenta según avanza el camino.

Dicho y hecho. Ya en Oaxaca recogemos a Pablo, al que le ha cambiado la cara.

Según entra en ese estado el tren, las vías se alejan de la carretera. Dos de los migrantes se levantan y se quitan las camisas de manga larga para lucir sus tatuajes de la mara salvatrucha.
La gente no parece alterarse mucho, pero todos lo que comparte vagón con Pablo, automaticamente dejan de hablarle y se cambian de vagón.
Los mareros recorren el tren hasta llegar a su altura y se sientan uno a cada lado.

Empiezan a hacerle muchas preguntas sobre sus intenciones en el tren, sobre los que vienen siguiendo en coche...en este punto Pablo está muy rápido, porque explica que trabaja para la iglesia y que estamos siguiendo la ruta para intentar cubrir algunas de las necesidades de los migrantes etc...

Finalmente le explican que el tren lo controla la mara y que hay pagara la mara para poder viajar en él. En realidad quería asegurarse que nadie tome fotografías de ellos mientras empiezan a cobrar su impuesto a todos los que viajan en el tren, y después de amenazarle le "invitan"a bajarse en el próximo pueblo.

Muchos son los testimonios que hemos escuchado de cómo la mara arroja del tren a quienes no pueden pagar la tasa, así que Pablo puede considerarse muy afortunado.
Cosas como estas te recuerdan de golpe donde estás, a qué tipo de personas te enfrentas y lo complicado de la ruta.

Ya en Oaxaca pretendemos seguir la ruta hasta Veracruz, el punto de unión de los trenes con los que llegan desde las otras rutas migratorias que vienen de diferentes puntos del sur del país. El punto más caliente de la ruta hasta la frontera norte.
Tenemos los ánimos arriba, a pesar del susto de Pablo, pero rápidamente se encargan de bajar nuestra euforia.

Hablamos con varias asociaciones y organismos oficiales para tantear cómo acercarnos hasta allá y nos desaconsejan llegar a Tierra Blanca (Veracruz) sin un respaldo oficial. En palabras de uno de los oficiales de migración: "Esa es la zona más caliente de toda la ruta, territorio de Los Zetas (crimen organizado) y los secuestros masivos. Si llegais por vuestra cuenta en siete minutos los zetas tiene a alguien siguiendo vuestros pasos, y si vais a hablar con el alcalde o la policía en tres".

Suficiente para nosotros por esta vez. Algunas entrevistas más, muchos deseos de buena suerte para los migrantes con los que venimos coincidiendo desde Tecún Umán y regreso para casa, en silencio, cada uno con sus pensamientos y supongo que Pablo, recuperandse todavía del susto.







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