lunes, 2 de agosto de 2010

Hoja de ruta 1. Cruzar la frontera


El día en que comenzamos a seguir la ruta del migrante amanece gris y lluvioso. Eso no quita que el calor sea sofocante. A primera hora de la mañana nos dirigimos en coche hasta Ciudad Hidalgo, en el lado mexicano de la frontera suroeste con Guatemala.

Dejamos el carro estacionado y nos dirigimos río abajo alejándonos del puente que hace las veces de paso fronterizo, en busca del lugar por donde miles de personas cruzan en lanchas diariamente saltándose el trámite burocrático.

Lo primero que me llama la atención es la naturalidad de un acto que no deja de ser delictivo. Apenas a un centenar de metros del puente, decenas de lanchas formadas por dos neumáticos de camión con unas tablas encima, cruzan constantemente de un lado a otro del río.

Rápidamente se acercan algunas personas a ofrecernos sus servicios e informarnos de las tarifas. Nuestra cara de güeros despistados nos ha delatado rápidamente. El precio lo sabíamos de antemano por los migrantes que pasan por la casa, y aunque en un principio nos intentan cobrar más del doble, finalmente acceden a cobrar los 20 pesos reglamentarios.

Ya estamos cruzando el río. Apenas cubre por la cintura en el tramo más profundo, pero si cruzas por tu cuenta lo más normal es que seas asaltado al llegar a la otra orilla. Los balseros son una organización más que defiende su fuente de ingresos.

El tráfico de lanchas es constante en ambos sentidos, pero no toda la gente que cruza son migrantes. Muchas personas viven a ambos lados de la frontera y realizan sus compras en un lado u otro según sean más baratos los productos. En teoría, existe un tratado de libre comercio entre ambos países y podrían cruzar por el puente tranquilamente, pero la siempre presente corrupción mexicana hace que los agentes migratorios cobren su "impuesto" a las mercancías que cruzan, mientras que en lancha llegas con todo a casa por 20 pesos.

Así, ves lanchas cruzar hasta arriba de pañales, refrescos, verduras, huevos y cualquier cosa imaginable con la dueña de la compra sentada encima mientras habla tranquilamente por teléfono.
Al llegar al lado guatemalteco (Tecún Umán), reparo en otro negocio surgido en torno a este fenómeno, los bicicleteros. Esperan a ambos lados largas filas de ellos para recoger los pedidos y transportarlos hasta las casas o negocios de cada uno.

Una vez allí, visitamos la casa del migrante, último lugar de descanso antes de cruzar a México y empezar lo verdaderamente difícil. Aunque en este punto ya existen maras que realizan asaltos, son minoritarios.

Después de platicar con el director del centro y con los migrantes que hay alojados emprendemos el camino de vuelta, con la intención de llegar hasta Arriaga, desde dónde parte el tren hacia el norte.

Cruzar le río de vuelta, aunque es más peligroso por la posibilidad de tener que enfrentarte a las autoridades mexicanas, que realizan redadas aleatorias para recaudar algo de dinero y limpiar un poco su imagen de cara a los turistas que cruzan por el puente, resulta mucho más relajada y hay tiempo para tomar fotos y saludar a todos los que se cruzan en nuestro camino.

2 comentarios:

  1. hola reimon te escribo desde Argentina, encontre tu blog googleando "frontera guatemala-mexico", debido a que la semana pasada en la television publica (canal 7)pasaron un documental sobre un grupo de migrantes salvadoreños y, las imagenes fueron impactantes y me llevaron a tratar de conocer un poco mas el tema, pertenezco a un movimiento que tambien tiene blog, a continuacion te mando el link, me llamo Juan Carlos y seguramente te llevo bastantes años, y desde aqui te envio mucha fuerza para que puedas difundir día a día esta lamentable desgracia del desarraigo a que el imperio nos somete al pueblo latinoamericano, un saludo. http://mnua.blogspot.com/

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  2. TE PASAMOS A ESTADOS UNIDOS DE FORMA SEGURA,. No arriesges tu vida ni tu dinero. No importa tu nacionalidad INFORMES EN : patrocinador_usa@outlook.com

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